Después de unos días muy intensos a causa de no tener a mi niña al cien por cien con su salud por unos problemas que está teniendo por una supuesta intolerancia alimentaria que los médicos a partir de ahora le tienen que investigar, mis sentimientos como madre crecen y crecen una vez más.
Hoy mientras dormía con ella y sentía su respiración como quien escucha una sintonía de música maravillosa y relajante pensaba en que gracias a Dios voy a pasar por esta vida sintiendo todo aquello que me está llenando como persona gracias a mis dos hijos.
En la vida para ser felices, los libros, los sabios y los dictámenes de seguir la estela de la felicidad absoluta, nos cuentan que debemos aprovechar el momento, los momentos que cada día con sus segundo, sus minutos y sus horas nos trae esta maravillosa vida.
Y de eso trato yo de nutrirme, los días y por supuesto las noches. Si mis hijos me hacen feliz de día y quiero estar a su lado siempre aunque a veces no pueda ser así, porque iba a rechazar compartir también todas esas noches en las que abrazada a ellos puedo sentir la felicidad más absoluta de su reposo circunstancial.
Y me pregunto como podría haber pasado por esta vida sin vivir todo esto que estoy viviendo junto a ellos. Eso no hubiera sido una vida. No hubiera sido nada. Vivir sin querer saber nada de la maternidad como la vivo hoy. Siguiendo los dictámenes de los fundamentalistas de la separación materno-filial para "que no se acostumbren". ¿Cuánto natural puede ser algo así? que no me quieran engañar, eso no es natural.
Gracias a Dios yo hago lo que me pide el cuerpo y a mis 31 años creo que soy lo suficientemente mayorcita para entender que mi instinto maternal me lleva por el buen camino.
Pero la buena semilla de la bondad y el cariño ganará a todo lo demás y como aquel boomerang que retorna tras lanzarlo a la libertad, volverán al nido que les cobijó con tanto cariño y amor.
No podría plantearme la vida de otra forma que no fuera abrazar, querer, dormir con mis hijos, dar lo mejor de mi como madre y como persona aquellas dos luces que alumbran mi camino. Es lo que me voy a llevar de aquí, lo mejor.
Y no estoy dispuesta aque nadie me diga que no debo dormir con mis hijos, ni a que no debo darle más el pecho a mi hija, ni a que debo lastimarles o imponerles actitudes que a los adultos jamás se nos ocurriría aplicar con otros adultos.
Hoy mientras pensaba y pensaba como tantas otras veces, me he realizado una pregunta, una enigmática pregunta... después de conocer historias de madres que rechazaban el dar lo mejor de ellas mismas en forma de leche materna a sus hijos nada más nacer. Madres que habían decidido que no querían saber nada de lactancias maternas en sus vida y pedían "la pastilla" para que no les subiera la leche.
¿Qué es lo que puede llevar a una mujer a no querer intentar dar el pecho a su hijo? y no hablo de madres que mal aconsejadas creyeran que no podían dar pecho. O que realmente por circunstancias no pudieran criarles.
Hablo de madres que sí tienen la oportunidad de hacerlo, que son completamente sanas y tienen previsto pasar en casa mínimamente las irrisorias 16 semanas de baja maternal que tan cortas se nos quedan a la gran mayoría.
¿Cómo se puede rechazar pasar por una de las mayores experiencias que nos brinda esta vida? ¿Hay algo mejor que nutrir a nuestros hijos de nosotras mismas? ¿Puede haber algo mejor que tener cerca, muy cerca siempre a nuestros pequeños?
Para mi que amo a mis hijos sobre todas las cosas la respuesta es que no. Que no hay nada mejor.
Cuando nació mi primer hijo, el no saber empezar con buen pie esta historia de lo nuestro, con una cesárea muy traumática, con una lactancia fracasada... cuanto triste me he encontrado maldiciendo que nos robaran ese inicio tan importante para los dos.
Veía a otras mamás, con sus lactancias, con sus niños al pecho... y soñaba con poder algún día ser como ellas.
Por mucho que me dijeran, por mucho que me hablaran... nadie me iba a convencer de que mi tristeza estaba injustificada. Había perdido una parte importante de nuestra vidas...
No entiendo como hay madres que no intentan dar el pecho a sus hijos. Lo siento si alguien se siente agredido con mis palabras. Una cosa es que tú lo intentes... y por circunstancias no lo consigas. Pero rechazar dar pecho, ni siquiera intentarlo o no querer darlo. No lo creo natural... la verdad.
Y que nadie me hable de feminismo, porque una vez más no vamos a dejar que nos ataquen por defender los derechos de nuestros hijos y de los demás infantes en el mundo.
Como tampoco voy a dejar que nos digan que lo normal es que los niños duerman solos, en sus cunas, en sus habitaciones, en la soledad de ellos mismos. Sin besos ni abrazos, sin contacto, sin calor... basta ya de engañar a más madres y de robar a más hijos todo el cariño que es suyo.
Quizás el post para algunos puede resultar algo fuerte... cosas que muchas pensamos... cosas duras para algunas. Pero después de ver a nuestros hijos sufrir o enfermar, pensando qué ocurriría si algo ocurriera... una se da cuenta que no se hubiera perdonado nunca no haber pasado junto a lo que más queremos cada segundo del día... incluyendo noches, incluyendo lactancias prolongadas y incluyendo AMOR a rebosar para aquellos que mueven nuestros días.
Siguiendo la estela de nuestros niños, solamente así encontraremos la plenitud de nuestras vidas. Porque yo el día que me vaya, me voy a ir con los bolsillos llenos de todo aquello que verdaderamente importa en esta vida. Lleno a rebosar, de lo más grande que la madre tierra tiene deparado para el ser, que no es otro que dar amor y cariño a los que más amamos: nuestros pequeños hijos.