05 abril 2010

Los malos modos de las alergias y deshidratación infantil. El instinto de las madres


El día que me llamaron de la guardería de María para decirme que tenía una gastroenteritis muy fuerte y la tuve en mis brazos, algo me dijo que aquello no era una gastronteritis normal.

He visto a mi hijo mayor deshidratado una vez tras una "gripe intestinal". Recuerdo que había acudido de lunes a jueves cuatro veces al ambulatorio con el niño muy afectado por unas diarreas, pero el médico no le daba importancia. El domingo siguiente mi hijo apenas podía moverse, estaba decaído y en mi interior algo me decía que a pesar que llevábamos toda la semana de médico en médico tenía que llevarlo a urgencias. Recuerdo que cuando le dije a mi marido que me lo llevaba al hospital me miró con cara de que estaba ante una madre obsesionada... incluso me hizo algún comentario que no me hizo desistir. 

En el hospital me confirmaron mis sospechas tras una analítica de mi pequeño. Tenía una hipoglucemia y estaba deshidratado. Mi instinto no me había engañado, no era una mamá obsesionada, ni mucho menos.

Cuando los niños tienen vómitos y diarreas no podemos bajar la guardia aunque no se trate de algo agudo. Debemos intentar que estén hidratados e ingieran mucho líquido para que no lleguen a deshidratarse.

Volviendo a la pequeña María decir que antes de marchar de la guardería para ir al médico la cuidadora me explicó que habían comido pescado, pero que había bastante gastronteritis en la escuela.

Tras acudir a su pediatra de cabecera, terminamos en el hospital. Los vómitos y diarreas tenían a mi pequeña en un estado lamentable. No podía moverse, sus ojos no fijaban la mirada y yo no podía estar más preocupada.

En el hospital nos confirmaron que la niña estaba deshidratada y tras rehidratarla y dar una medicación para cortar los vómitos nos mandaron a casa con el diagnóstico de una gastroenteritis aguda.

Nada más lejos de la realidad, a la semana siguiente y tras volver a ingerir pescado, terminamos igual... pero esta vez nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo y avisamos en el hospital, aunque ellos no estaban igual de convencidos que nosotros de que fuera verdaderamente una intolerancia.

Pero no había duda. La pequeña nunca había querido en casa probar el pescado. Recuerdo que cuando le había intentado dar lo había rechazado por sistema, incluso vomitando. Es un mecanismo que tiene su cuerpo para defenderse, el rechazarlo.

Por desgracia y tras un error muy lamentable en la guardería ha habido una tercera visita al hospital con este tipo de reacción alérgica de nuestra pequeña. Así que no hay la menor duda: María no tolera el pescado en su cuerpo.

Como madre sabía que había algo que no encajaba desde que nuestra pequeña nació, sus llantos desconsolados con aquellos cólicos que no la dejaban vivir, las diarreas durante semanas, su aversión a determinados alimentos, su piel atópica y sus manchitas...

Seguiré hablando de todo esto, de las alergias porque ya tenemos visita con inmunología y allí nos orientarán y del instinto de las madres, porque de ahí se puede sacar mucho. Las madres somos menos locas obsesionadas de lo que parecemos... ¿no creéis?

1 comentario:

Louma Sader dijo...

Hola Miri,

Gracias a Dios que te dejaste llevar por tus intintos y no por los comentarios a tu alrededor. Mi mamásiempre me cuenta que cuando yo estaba pequeña y me operaron de las adenoides, el pediatra insistió en sacarme también las amígdalas. Mi mamá se rehusó, sin embargo por una confusión en el hospital me medicaron como si me las hubieran sacado y me dieron de alta. Mi mamá me dice que me llevó al hospital de nuevo esa misma noche, a pesar de que mi papá la tildó de exagerada. Al llegar, el médico le dijo que de haber pasado un par de horas más en casa, posiblemente hubiera muerto.

Así de sencillo: la naturaleza es sabia, tanto cuando tu beba rechaza un alimento (por muchas razones no hay que forzarlos a comer, y por lo que cuentas me huele a que en la guardería la deben hacer forzado, chantajeado o distraido para que se lo comiera a su pesar), como tu inquietud que no te permitió descansar sabiendo que lo que tenía tu niña no era gastroenteritis...

Un abrazo y que se mejore.

Louma