03 octubre 2010

Cuando a todo le llamamos sobreprotección



Ayer murió uno de nuestros peces: "Telescopico", el  preferido de mi hijo mayor de 6 años y quien después de estar muy enfermito ha dejado este mundo de los peces vivos, para pasar al de los peces felices (es lo que tiene ser creyente).

Una vez más, desgraciadamente me encontré con el dilema de si era conveniente que nuestro hijo viera su agonía y estampa moribunda de pez. Y de este tema quería hablar hoy en mi querido blog. De si es estrictamente necesario hacer pasar a nuestros hijos por imágenes duras, o a veces es suficiente con una explicación y un acompañamiento en el duelo.

También explicar nuestra experiencia y punto de vista sobre si se trata de sobreprotección el no dar demasiados detalles sobre ciertas cosas (guerras, enfermedades, ...).  Cuando hablo de detalles en su mayor parte hablo de imágenes o de detalles demasiado duros.


Cada día me doy más cuenta de lo difícil que es tener puesta la televisión casi a cualquier hora del día. Yo, que soy una adulta, no soporto ver el telediario porque me parece que muestra unas imágenes demasiado macabras. No quiero pensar que se le pasa por la cabeza a mi hijo. Incluso me he dado cuenta que él mismo no mira cuando sin querer se nos ha escapado alguna de estas imágenes dolorosas que os comento.

Pues bien, volviendo al tema de nuestro querido pez. Al final optamos por explicarle que el pececito había muerto y que no habíamos querido que lo terminara de ver muerto en la pecera. Sorprendentemente lo aceptó y se quedó tranquilo, dentro de su melancolía. 

Como madre, decidí que la estampa de su querido pez panza arriba en el acuario o agonizando las últimas horas de su vida no era la mejor que podía recibir mi pequeño. ¿Sobreprotección? no, simplemente sufrimiento innecesario para él. 

Si algo he aprendido en esta vida, es que uno tiene que arremangarse las mangas cuando le toca. Una cosa es que a los pequeños se les hable y se les eduque sobre las cosas. Que se les explique lo que sucederá en el futuro. Y otra es cuando no podemos evitar lo inevitable y debemos enfrentarnos a ello.

 Para mí, en este caso, es perfectamente evitable la imagen del pez inerte. Otra cosa es la historia de lo que pasó con él. Me parece más ético, justo y educativo decir la verdad: el pez estaba muy, muy, muy enfermo y murió. El ciclo de la vida.

Por desgracia y diferenciando en mucho la situación del pez,  tengo la experiencia reciente y dolorosa para la familia,  de la muerte hace un par de meses de una de las bisabuelitas de mis hijos y abuela de mi marido. Después de una enfermedad muy triste, nos dejó en el mes de Julio.  

Al peque primero le explicábamos que la abuelita estaba enferma y que por eso los papás tenían que ir a verla al hospital. Y así se lo dijimos durante el tiempo que permaneció ingresada. Es más, hubo alguna vez cuando se sabía lo inevitable que se le habló de que estaba tan y tan enfermita que se marcharía al cielo, que moriría.

El día que murió, mi marido personalmente se lo explicó. Sorprendentemente nuestro hijo nos contó que ya lo sabía, pero también nos pidió que no le habláramos más del tema. Y así se hizo. Hay personas que reaccionan así ante la muerte, conozco más de una caso. Nuestro hijo sabe que nos tiene ahí para hablar de este y de cualquier tema cuando quiera, y así me gusta recordarle de ven en cuando.

Imagino que no es fácil en plena infancia encontrarse ante la gran pregunta de la historia de la humanidad: la muerte. Yo misma recuerdo mis recuerdos a los 5 años ante la muerte, pero sobretodo recuerdo mi tristeza. No es fácil. Tu piensas en tus papás, en tu familia y en todo lo que te rodea como si fuera eterno y cuando te enteras o te das cuenta de que no es así te llevas un gran chasco. Hay un antes y un después en la vida de los niños. Algunos sufren mucho y les dicen a sus mamás "el miedo que les da que se mueran". Pobres criaturas, ojalá que ningún niño tuviera que pasar por ello. 

Sobre el tema de la muerte y los padres hoy no voy a hablar aquí puesto que es un tema muy complicado de tratar. Eso sí, habrá que decir la verdad a los niños, y sobre todo acompañarles y darles el triple de amor y cariño. No puede ser de otra manera.

Por último, y volviendo al tema de las sobreprotección, me gustaría explicar mi punto de vista. Por supuesto que se les puede hablar de todo a los pequeños. Parece que hay una tendencia a "decirles siempre toda la verdad", pero personalmente este tipo de verdad creo que hay que analizarla y adaptarla en función de la edad del pequeño.

No se trata de mentirles, si no de suavizar la situación. No olvidemos que ellos por suerte viven mucho más felices y confiados ante la vida que nosotros los adultos ¿para que hacerles crecer tan de golpe si no es estrictamente necesario? 

Repito: no se trata de mentir, ni sobreproteger. Se trata de dejarles vivir en paz, felices, tranquilos y confiados hasta que llegue el momento de ir entendiendo las cosas. Quizás quiera hacer difícil con esta entrada,  lo que puede ser muy sencillo. ¿Qué cómo? observando a nuestros hijos, conociéndolos, dialogando con ellos y aprendiendo de sus necesidades en cada momento. Lo más importante para ello, no lo olvidéis: nuestro tiempo y dedicación.


7 comentarios:

Cayetana Saiz dijo...

¡Hola! Sigo tu blog desde hace días pero aún no había comentado...

Estoy completamente de acuerdo con lo que dices en el texto.
Yo siempre busco el no-sufrimiento, y en esa búsqueda de la alegría se evita cualquier ápice de malestar o angustia si se puede.
¿Cómo no evitarlo en casos en los que es tan fácil?
Por supuesto, yo habría hecho lo mismo con mi niño, sin mentiras, explicándole lo que ha ocurrido y quitándole peso a la muerte, pues ésta, solo es un cambio...

Un fuerte abrazo a ti y a tu familia y enhorabuena por tu blog...
Te invito a pasar por el mio

Cayetana

Pastor dijo...

Cada vez que la vida nos ha llevado a explicar el paso a través del Arco Iris de nuestras mascotas (es lo malo de tener tanta mascota) nuestra hija mayor nos ha dado una lección. Hace 2 días la más viejita de los jerbos se murió, y a la vuelta del colegio se lo dijimos. Se limitió a preguntar: ¿dónde la ha enterrado mamá? y cuando le prguntamos porqué quería saberlo nos dijo: para rezarle

Respecto a la TV también pasamos un mal trago en su momento. Rod Mondy nació en Haití, y como es lógico nos dimos cuenta de que sería imposible ocultarle la triste y demoledora realidad. Así que buscando siempre aquello de "la diferencia en positivo" ella supo que el terremoto había causado mucha destrucción y que desde aquí podíamos ayudarlos. Gracias a la AMPA del cole y a la generosidad de sus compañeros se hizo llegar un donativo a través de "nuestras" monjas. Y una vez que pasó aquello ella misma nos pidió que no le contáramos más cosas del terremoto porque se ponía triste.

Soy de los que piensa que los niños viven en un mundo que no es definible como el de los adultos pero en miniatura. Ellos tienen sus normas, sus reglas, sus formas de entender la realidad, y es nuestro deber como padres el ayudarles a entender aquello para lo que aún no están totalmente preparados, como es en este caso el tema de la muerte. A fin de cuentas yo sólo soy un alumno ávido de que mis hijas me enseñen cada día algo nuevo, algo que me acerque a ellas.

¿Sobreprotección? Por supuesto que no. Tal vez la palabra que yo usaría sería la de dulcificar la realidad.

Ciao!

Admin dijo...

no creo q alguien llame sobreproteccion a eso. Es logico que un niño no tiene q ver imagenes tan duras , tampoco mentirle porque es peor, pero no tiene q ver al pez morir ni sufrir porque no es algo para lo que ellos (y creo q yo tampoco, pero no me queda otra) esten preparados.
Un saludo

espontanea dijo...

Hace unos meses me encontré exactamente en la misma tesitura, al pez se le veía muy perjudicado, y tuve la oportunidad de evitar que las niñas lo vieran muerto panza arriba. Lo pensé, lo consulté, dudé y al final, dejé que lo vieran. Por supuesto, acompañado de una larga explicación y muchas respuestas a muchas preguntas. No les traumó demasiado la experiencia, y tal vez comprendieron mejor aquello de que la muerte forma parte de la vida. Sin embargo, esta primavera, Idoia vió cómo nuestro gato cazaba y devoraba un ratoncito, y en esa ocasión no pude preverlo. Todavía recuerdo los gritos de terror de la niña. Cuando se vive en el campo, es imposible evitarles todas las escenas que Disney Chanel censuraría.

Lo importante, lo realmente importante, es explicárselo, no dejarles solos ante el horror, ni ante el telediario. A veces, ni ante los dibujos animados. A pesar de todo, personalmente, me considero una mamá blandiblú, y creo que sí las protejo demasiado.

Nat dijo...

Me parece normal evitar que los niños vean imágenes duras y de muerte.
Recuerdo cuando mi hermana era pequeña (nos llevamos trece años), una mañana fuimos a ver a nuestro agapornis a su jaula, y en ese momento, sin previo aviso, se cayó al suelo y murió. Mi hermana que tendría ocho añitos lo vió todo, pobre, y lo pasó fatal durante días.
Si hubieramos podido evitarselo lo hubieramos hecho. ¿En que le ayudó la imagen de nuestro querido animal muriendo? Se lo hubiesemos explicado después y lo hubiera entendido perfectamente.
Eso no es sobreprotección, la crueldad no educa en nada. Felicidades por tu blog y por tus ideas.

De chupetes y babas dijo...

Precioso...

Miriam dijo...

Gracias a todos y a todas por vuestras opiniones! me hacen reflexionar sobre temas que me parecen muy importantes en la crianza sobre nuestros hijos.

Un abrazo.

Miriam.