18 abril 2010

A mis dos hijos, mis estrellas

Pensaba que vivía, creía que aquello que realizaba todos los días era vida. El trabajo, el amor a los míos, la juerga... siempre buscando sentirme bien a través de mí misma.


Y sí, aquello estaba bien. Era feliz, o al menos lo creía ser. Pero llegó el día en que las mañanas de los domingos me sentía demasiado sola, mirando unos dibujos animados en la tele, mientras vuestro papá dormía e imaginaba como podía ser levantarme por las mañanas compartiendo sofá y colacao.


Soñaba sobre como sería tener una vida que llevara impresa las huellas del amor de aquellos dos locos que tanto se querían.


Y después de confirmar por desgracias de la vida que solo se vive una vez, decidí que ni siquiera la hipoteca se iba a interponer entre mi felicidad y yo.


Y hablé con vuestro papá y le expliqué de mi instinto materno como algo inevitable. Y él en lugar de asustarse y pedir tiempo también creyó necesario sumar dos y ser tres.


Y no se habló más que para anunciar que venías de camino y solo quedaron lágrimas de total alegría. Como se puede amar tanto a algo tan y tan microscópico. Aunque tú seguro que sintieras que te amábamos mucho antes de ser una mota de polvo.


Entonces dejé de ser yo para ser tú. Entonces comprendí lo que era ser madre.


Tras nueve meses llegaste de una forma distinta a la que había soñado, pero el tiempo puso todo en su lugar. No podía ser de otra forma, gracias a mi instinto conseguí que la intensidad de mi amor se impusiera a tanta norma. Aunque tantas veces me tacharan de irresponsable y de loca.


De aquellos primeros días de tu llegada a este mundo, solamente tengo dentro de mí un sentimiento único e irrepetible, mágico y desigual. Es algo que sale de dentro hacia fuera por todos los poros de la piel y se irradia en nuestra imagen y semejanza.


Recuerdo aquel maravilloso tiempo esperando los amaneceres para volver a disfrutar de tus sonrisas. Teniéndote aquellas noches escuchando espectante tu respiración para comprobar que se realizaba de la forma más correcta. Siempre cerca de mí para no desperdiciar ni un minuto de nuestro tiempo.


Fue tan hermosa la experiencia a tu lado que soñaba con repetir aquellos divinos instantes, así que no dudamos de al tiempo llamar a otra vida con la que seguir viviendo, que no creyendo que lo hacíamos.


Y no se podía pedir más, el día que nos confirmaron que la vida tenía nombre de princesa, no pudimos ser más felices, esperando su llegada. Y tu bondad te hizo quererla desde entonces.


Un amor multiplicado por mil durante una agridulce espera, que culminó e un aterrizaje al planeta tierra una vez más algo accidentado, pero borrando algunas heridas del pasado que nunca debieron estar para ninguna mujer.


Convirtiendo mi vida en un sueño, trayendo alegría, felicidad, dicha y una embriaguez de sol, luz, esplendor y capacidad de amar.


Desde entonces me pellizco tantas veces para mostrame que no vivo dormida, que os tengo de veras, porque no me creo que se pueda ser más y más feliz.


Ahora si que vivo. Las nubes son más azules, la primavera tiene muchas más flores, al invierno le veo lo bueno si a vosotros os gusta jugar con la nieve a pesar del frío.


Aunque también es cierto, que aún cerrando los ojos tantas veces, lo malo del mundo duele mucho más. Me hubiera gustado un planeta mejor para mis dos estrellas y tenéis que conformaros con lo que destruyen los hombres.


Quizás por ello intento poner mi granito de arena todos los días, hablando para los niños, rezando por ellos, buscando soluciones para padres despistados, enseñando herramientas que yo también hallé por el camino.


Mis dos luces del horizonte, mis dos almas por la que velo día y noche. Que la bondad reine en vuestro corazones todos los días de vuestra vida, eso os hará ser felices. Espero saber sembrar, regar y cuidar esa semilla en vosotros para que así sea.


Mientras deciros, gracias por existir, mis dos estrellas, porque nunca podré pagar con nada todo lo que me hacéis sentir, mis dos soles, mis dos trozos de gloria.


Gracias por dejarme ser vuestra madre, porque el día que me vaya no podré haber vivido más y más llena de vida, amor y una plenitud de ser madre que enciende cualquier rincón oscuro de mi propia vida, que no es otra que vosotros dos, lindas estrellas.


5 comentarios:

Tita dijo...

¡Eres maravillosa! y tus hijos deben ser dos soles ¡con esa madre!

Precioso, realmente precioso, me ha emocionado

Un abrazo apretao

Vivian dijo...

Precioso texto! Gracias. Has puesto en palabras muchas cosas que yo no habría sabido expresar.

sandrina dijo...

Miriam, es un post magnifico, muy expresivo, que me ha emocionado porque no son solo palabras, yo que te conozco sé que eres así de maravillosa, eres una madre inmejorable y que haces lo posible por ser se mejor persona y mejor madre diariamente!!! Como muchas veces me dices lo mejor es pasar de todo lo malo, y aprovechar todo lo bonito que tenemos. Hay que pasar de todo lo que nos perjudica y vivir ese amor tan grande que Dios nos da con nuestras estrellas. Yo tengo una estrella que es mi luz, la que me guia en mi camino desde que nació, y espero que algún día dios me regale otra estrella para poder ser más feliz si aún se puede, porque yo ya lo soy completamente. Muchos besos, y gracias por tus maravillosos post, que me encanta leer, y gracias por ser asi!!! No cambies!!

Miriam dijo...

Gracias chicas! eso es una pequeñísima parte de lo que siento por mis hijos, seguro que lo entendéis.

Y me queda muchísimo, muchísimo, muchísimo por mejorar a diario... y no me desagrada pensar que no soy lo más mínimamente parecido a una buena madre... si me lo creyera lo más mínimo no intentaría mejorar a diario, y prefiero intentar aprender cada día algo nuevo en esta maravillosa experiencia de mi maternidad.

Gracias guapas, esta es vuestra casa.

MIRIAM.

sandrina dijo...

Hoy he vuelto a relee este pos y me ha vuelto a emocionar, de verdad es precioso, y yo siento exactamente lo mismo por mi niño!! No podría haberlo expresado de otra forma que como tu lo expresas!! Besos guapa!!