Es una pregunta que me hago muchas veces y de lo que incluso me he sentido culpable.
El otro día leí a una amiga bloguera, Tita que nos comentaba su sentimiento agridulce a dar a luz a su hija un 14 de Marzo de 2.004 (después del atentado del 11 M).
En un comentario, le expuse el sentimiento de miedo, fustración, impotencia... que sentí yo también ese día cuando mi hijo cumplía 3 meses. ¿A qué clase de mundo lo había traído? ¿Qué clase de personas vivían en él?
Eso sin contar las veces que me he sentido tan y tan egoísta al ver a tantos niños que necesitarían un hogar, cariño, amor, dedicación...
El mundo lleno de niños a los que ayudar... y yo trayendo los míos propios. Cuantas veces lo he pensado.
Para que luego encima no les cuidemos como se merecen. Que si han venido a este mundo al que no pidieron venir, por lo menos puedan tener una estancia en la que sientan que están aquí para sentirse queridos por aquellos que los llamamos.
Quizás este sentimiento sobre el egoísmo que alberga la hazaña de la maternidad me transporte a querer hacer la vida mucho más llevadera a mis pequeños. Sobretodo ahora, que son unos niños y yo soy la responsable de un buen pedazo del sentido de su vida.
4 comentarios:
Yo creo que a muchas el ser madres nos lleva a ayudar al resto de niños, de una u otra forma, ayudando a ONGs, hay quien adopta, o simplemente implicándose en el APA del cole y en actividades del barrio o del pueblo. La verdad es que muchas nos pensamos eso: que porqué traer niños al mundo con todos los que hay sin un presente y sin un futuro.
Hala, tampoco es eso. Si el mundo es una mierda, habrá ue mejorarlo, no exterminarlo.
El camino más para mejorarlo es traer a él niños felices, ayudarles a ser buenas personas, y crear familias unidas, buenas y honradas, con muchos lazos de amistad con todos los que las rodean. Y conseguir que la maldad esté sólo en el telediario.
Yo digo como anónimo. No podemos dejar de tener hijos, y propios además. Yo personalmente no tengo suficiente dinero para adoptarlos, y mira que me gustaría.
Mi sentimiento agridulce precisamente me empujó a luchar más por dejarle un mundo mejor a mi hija.Y es lo que pienso seguir haciendo, ya que los traigo, ir limpiando lo poquito que yo pueda. En cuanto escriba la continuación del post, lo verás.
No te sientas culpable de disfrutarlos tanto....Un abrazo Y gracias por el enlace ¡¡me hace mucha ilusión!!
Gracias por vuestros comentarios, como siempre digo es lo que alimenta y engrandece a un blog ;-)
En realidad la lectura del post más que cierta culpabilidad (que para nada predomina ni mi vida ni la crianza de mis hijos, pero que repunta en ciertos momentos), es ese trasfondo que quiero dejar ver, donde si ya vemos todos los niños que hay en el planeta carentes de cariño, al menos si traemos los nuestros intentar hacer por ellos absolutamente todo lo que se merecen.
Besos.
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