07 diciembre 2010

El problema no está en nuestros hijos, está en nuestros ojos

Lo primero que me gustaría antes de comenzar esta entrada es disculparme porque tengo algo abando el blog estos días. Ya os he explicado alguna vez que ser mami moderna en el siglo XXI no es fácil en lo que a juntar pedazos de tiempo se refiere y como además la inspiración por diversas circunstancias la tenía a niveles muy bajos, tampoco me ha estresado el no tener demasiado que contar.

Pero hoy, mientras saboreo el delicioso café de una maravillosa mañana de día puente-festivo, se me ha vuelto a encender la luz sobre algo tan asombrosamente evidente y enorme, que cuando lo queremos ver, dirigimos nuestra mirada al horizonte buscando respuestas y no nos damos cuenta que  la respuesta la  tenemos tan cerca de nuestras propias narices que es invisible para nuestros ojos.

Y es entonces cuando seguimos condenando, etiquetando y justificando lo que a nosotros nos parecen acciones fuera de lugar de nuestros hijos, mientras no entendemos que los únicos que debemos de tener algún problema somos nosotros mismos.
Mi reflexión, aunque es algo que tengo presente desde hace bastante tiempo, me ha resurgido estos días gracias a una mamá con la que compartí el otro día la sala de espera del ambulatorio mientras esperábamos para una prueba médica y quien me transmitió su malestar porque su hija "le había destrozado la vida".

Sé que suena muy fuerte. Yo al escuchar semejante afirmación entré en un proceso de asombro, compasión y de curiosidad. Qué podía llevar a una madre a decir algo así.

Para que entendáis todo un poquito más os explicaré que la prueba era para ver si teníamos una bacteria en nuestro estómago y así desvelar el origen de algunos dolores y molestias gastrointestinales que ambas padecemos.

La chica en cuestión me explicó que llevaba un año de pruebas, que andaba de médico en médico. Seguimos hablando y al momento sin demorar demasiado la conversación me explicó que estaba segura de que su hija de 4 años tenía la culpa de todos los males que andaba sufriendo. Desde que nació su vida era un tormento causado por el mal sueño, la poca apetencia y la hiperactividad de la niña.

En realidad que aquella mujer sufría, era evidente. Según me explicó llevaba años de peregrinaje entre médico y médico. Y no obtenía respuesta. Bueno sí: su niña, el centro de su sufrimiento.

Vivir con su pequeña desde que había nacido, para aquella mujer había sido como vivir una pesadilla. Porque la niña no la había dejado dormir por las noches, no comía nada, era impulsiva y contestona. Yo sin decir nada en el fondo de mi corazón me preguntaba que parte de aquel desasosiego era real y que parte era simplemente un fracaso ante las expectativas de una madre fustrada a causa de una sociedad en la que imperan la "calidad de vida del adulto".

Hacía pocos minutos que nos conocíamos y se atrevió a decirme que "solamente quien tiene un hijo que no duerme y no come sabe el sufrimiento que ello comporta". Yo no osé a contestar. No me ví con fuerzas de explicarle que con mi primer hijo cada comida era un momento de incertidumbre ante el plato y que mi pequeña de dos años y tres meses tiene como mínimo tres o cuatro despertares nocturnos.

Ví que aquella mujer tenía un problema evidente: un conflicto con su propia maternidad. Y me sentía muy, muy triste por aquella pequeña de 4 años que seguramente no debía de estar pasándolo nada bien escuchando lo "mala niña que era".

¿Que porqué os cuento todo esto? Como os he dicho en aquel momento no me atreví a contestar a aquella mujer. Estaba convencida de lo que me estaba explicando, triste, abatida... no me ví con fuerzas de contradecir sus convicciones sobre la maternidad.

Tengo dos hijos. Y son como la noche y el día. La verdad es que tengo mucha suerte porque aprendo cosas muy distintas de cada uno de ellos. Si uno duerme mucho, el otro duerme poco. Si uno come de más, el otro necesita mucho menos para comer. Si uno es alto, el otro es bajo y si uno ha padecido de la garganta, el otro está padeciendo de los bronquios... así podría hacer una lista larguísima. No acabaría nunca. Cada ser humano es maravilloso, distinto, único e inimitable con todo lo que eso significa y con una evolución distinta, característica y llena de matices.

El convivir con dos niños tan diferentes, me ha enseñado que no se puede etiquetar a un niñ@.

No podemos decidir como tienen que ser nuestros hijos (a nuestro antojo) y si hay algo que me ha hecho vivir la maternidad de una manera mucho más feliz, relajada y plena ha sido el entender que lo que yo creo que debe ser (porque la sociedad me lo ha marcado) la mayoría de las veces no se corresponde con lo que de verdad necesita ese niñ@ en concreto.

Si tu llenas un plato de comida hasta arriba y se lo das a tu hijo, está claro que no se lo acabará porque es demasiado.

Si tú te empeñas en que esa es la cantidad que debe comer y no se la ha comido, habrás fracasado en tu intento y te sentirás mal, te enfadarás, harás enfadar a tu hijo y todo terminará como el Rosario de la Aurora.


El niño se habrá comido la mitad. Lo que necesita. El comprender algo tan sencillo como que si un niño está sano come lo que necesita, con la sencilla pauta de ofrecerle una alimentación variada.  Esta herramienta nos librará de muchos malos ratos. Hoy en día si un niño está sano y tiene a su alcance alimentos de una índole variada no nos debería de preocupar en exceso que no coma lo que a nosotros nos parece que debe comer.

Lo mismo nos puede ocurrir con el sueño. Es que si antes de ser padres nos pensamos que nuestras noches van a ser plácidas, es muy difícil que eso ocurra. Es cierto que habrá algunos niños que dormirán como verdaderos osos en estado de hivernación, pero la gran mayoría tendrás despertares hasta los tres años o más.

Tampoco es algo que corresponda a la naturaleza humana que nuestros pequeños cachorros tengan que permanecer quietecitos sin saltar, jugar, gritar!!!! si eso es lo que tiene que hacer una gran parte de su tiempo un niño cuando está sano. No puede ser de otra forma. Si uno cambia el chip, si uno transforma el ponerse de los nervios cuando esto ocurre con entender que los niños gracias a que están sanos tienen esa actitud habrá ganado una gran batalla a la paz maternal, a la verdadera vivencia de la felicidad de ser padres.

Y es que es más fácil justificar nuestra fustración porque nuestros hij@s no cumplen con nuestras expectativas. Unas expectativas creadas a base de las mentiras que una sociedad adultocentrista nos ha metido en la cabeza durante años.

Entonces buscamos precipitadamente ayuda en libros adiestra niños que nos ayuden a dormir bien, en psicólogos para la hiperactividad o directamente en médicos para que les receten algo que les abra el apetito.

Por desgracia he oído testimonios de padres que "porque su bebé de 9 meses no dormía" han acudido al médico y les han recetado antihistamínico para que el bebé les dejara descansar y no porque el bebé tuviera alergia, si no porque el antihistamínico tiene efecto sedante. A mi esta actitud me parece de lo más imperdonable por los padres, pero sobretodo por el facultativo que receta un medicamento a un bebé que está completamente sano porque no sé quien ha escrito que un bebé de 9 meses deba dormir toda la noche.

Si la sociedad diera el valor que se merecen a nuestros pequeños, a las madres y en resumen a las familias nos evitaríamos muchas veces este tipo de fustraciones y de depresiones en los adultos o lo que es más importante: en unos niños y niñas que no eligieron nacer y que se merecen ser criados con todo el amor incondicional de unos padres felices.

6 comentarios:

Ana dijo...

Es una pena que algunas mamás vivan así su maternidad... y me resulta asombroso como una persona llega a convencerse de que la culpa de todos sus males la tiene su hijo.

Como tu dices, muchas veces son las expectativas, el no aceptar a tu hijo tal y como es.

Un saludo.

mamisepa dijo...

Has escrito algo fantástico, además justamente hoy en casa teníamos conflicto a causa de la comida... Ultimamente la mayor no come mucho los sábados, juega, hace el tonto, menos comer, cualquier cosa. En primer lugar le he dicho a su padre que creo que le ha puesto demasiada comida, y yo creo que a veces eso te corta el apetito; es decir, que poniendo menos, el niño comería más... Por otro lado, llevamos unos cuantos sábados haciendo macarrones, y le he dicho que bueno, igual está aburrida, yo tb lo estoy, que cambiaremos un poco el menú a ver qué tal. Aunque no me gusta como ha transcurrido hoy la comida, me quedo con que al final hemos buscado soluciones constructivas y no ha terminado todo tan mal como podía haber acabado. Además, siempre que pasa esto, hacemos recuento de todo lo que come: y para empezar, se toma 2 buenos vasos de leche con cereales al día, así que, conque después coma algo más, yo ya me doy por satisfecha. Como tú dices, si está sana y tiene hambre, comerá lo que necesite.

saludos

mamisepa dijo...

Se me olvidaba, lo del bebé de 9 meses con antihistamínicos, lo de los padres es triste pero pueden estar influenciados por una sociedad que nos ha dicho que a los 9 meses debe dormir, pero lo del médico no tiene disculpa: Deberían formarse y aconsejar mejor a las familias.

Miriam dijo...

Chicas, la clave está en intentar tomarnos las cosas de otra manera. Relativizar lo que no es tan importante y darle más valor a la relación que tenemos con nuestros hijos.

Una tarea difícil donde las haya... pero cuando conseguimos estar en paz con ellos y con nosotros mismos... eso no tiene precio...

Besos y gracias por colaborar!

Miriam

Tamara dijo...

Miriam, me identifico tanto con tus palabras. Yo he tenido que escuchar y leer opiniones parecidas.
Tenemos que tomar conciencia y saber que un hijo va a cambiar nuestras vidas. Lo importante es aprender a sobrellevar ese vuelco. Aprender a aceptar a nuestro pequeño tal y como es, con una personalidad activa o pasiva, de poco o mucho comer, juguetón o tímido.
Los niños van formando su individualidad, evitemos en incurrir en errores de formalos a nuestra imagen.
Yo le habría recomendado a esa mamá el colecho: resuelto el 70% de sus problemas de sueño.
Saludos a todas las mamás.

Faith dijo...

Lamentablemente no todas las mujeres han nacido para ser MADRES, aunque tengan hijos....

Conoci a una señora que se quejaba de que su hija no dormia practicamente nada, resulta que la señora le daba lactancia materna exclusiva y a demanda, peeero, ella misma tomaba también café negro, té negro y verde a demanda, es decir, la bebe también tomaba cafe, te negro y te verde.... como carrizo va a dormir con tanto estimulante en su organismo???? Se lo dije y parece que le molestó, no moderó su consumo y creo que hasta lo aumentó como para no darme gusto: resultado hoy en dia, 3 años después a las 11 de la noche la niña no quiere dormir y en la mañana la llevan casi dormida a la escuela....

Si, los hijos son lo que sus padres, o sus cuidadores hacen de ellos, no tanto por lo que le enseñan sino por como les hacen sentir, a veces de forma inconsciente, como la señora de tu post, mientras ella más diga que su hija "no sirve" irá viendo como la situación empeora. Alguien tiene que ceder y no creo que lo más adecuado sea que los niños, aprendices de la vida, sean los que cedan.

Excelente tema!