Mañana empiezan los colegios y estoy apenada al escuchar lo liberadas que se sienten algunas mamás de que así sea. Incluso en el súper el otro día hablando con la cajera que es muy jovencita tuve esta conversación:
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Yo: Hijo, ten cuidado (estaba subido en una barandilla), te puedes hacer daño, anda bajaté de ahí.
La cajera: Uys, menos mal que ya se acaban las vacaciones.
Yo: ¿Cómo que menos mal? yo no quiero que se acaben, me da mucha pena que tenga que ir a la escuela, le echaré tanto de menos.
La cajera: Uys, pues debes ser la única mamá que dice eso... todas están deseando tener a los niños en el cole, para librarse de ellos.
La verdad, me da mucha tristeza todo esto... pobres niños... librarse de ellos... ¿qué pueden pensar estos pequeños si oyen algo así? ¿qué pensaríamos nosotros si hablarán así de nosotros mismos? que alguién quisiera librarse de nosotros y que encima fuera nuestra propia madre, la verdad hasta da algo de miedo.
Sea como sea, yo hoy estoy triste... hoy se acaban las vacaciones para todos y vuelvo a poner los ojos en este inminente fin de semana para una vez más tener a mis dos pollitos juntitos y seguir disfrutando de mi maternidad a tiempo completo.
Porque la infancia de nuestros hijos es tan corta que no podemos andar regalando horas de oro en su compañía. Cuantas veces detendríamos el tiempo y al entender que lo sano es que corra, aprendemos que el mañana nos traerá otras alegrías.
Disfrutad de este último día de vacaciones con vuestros hijo y que seáis felices.
4 comentarios:
¡Ya decía yo que este título, no podía ser tuyo!
Yo, si te digo la verdad, hasta me callo. También debo ser de las pocas que preferiría quedarme en casa con ella, hasta que ella quisiera....
¡y mira que me hace de rabiar, eh?!
¡Snif!
A mi este tipo de comentarios ya me sangraban incluso antes de ser madre. Es normal que en la convivencia diaria haya momentos que uno acabe cansado de lo incansables que son ellos... pero nunca me ha parecido motivo para decir, ni en privado ni mucho menos en público, ni ante cámaras y micrófonos, que 'qué ganas de que vuelvan al colegio'. Con un tono de voz, que efectivamente, da pena. Pero por los niños, no por las madres.
Volvemos a lo de siempre: a nadie le obligan a tener hijos. Si tan mala vida crees que te dan, no haberlos tenido.
¿Sabéis una cosa? que muchas de las personas que lamentan tener a los peques en casa... llegará un día no muy lejano que estoy segurísima echarán de menos esos momentos de "supuesto agobio".
El ser humano (y me incluyo) tiende a nos saber lo que tiene, hasta que se le marcha de las manos.
Por eso hay días en que aunque ando agotada con una bebé de 16 meses que vive engancha a su teta y su hermanito que por supuesto también necesita mucha atención saco todas las fuerzas físicas necesarias para disfrutar de estos momentos tan maravillosos.
No quiero tener que lamentarme de no haber vivido todo esto a tope. Es más no os engaño cuando digo que la melancolía me invade al ver como se me hacen más y más mayores y por lo tanto independientes.
Sé que sin lugar a dudas es lo sano y estoy orgullosa y feliz de tener unos hijos que crecen y crecen... pero para mis adentros pienso en que me hacen tan feliz que no me importa nada más.
Entonces me digo a mí misma que en la evolución del ser humano me tienen que quedar otros bellos momentos en la vida... un hijo no se cría ni con 10, ni con 20... volará sí... pero aunque en una especie de "Stad-by" las mamás aguardaremos a que nos suene el teléfono.
Gracias chicas como siempre.
Gracias a ti :) por dejarnos compartir en tu salita.
Seguro que esa melancolía es normal, se queman etapas tan rápido al principio que apenas da tiempo a acostumbrarse. A mi casi aun me dura la de no tenerle dentro, y ya han pasado otros 9 meses!
Pero cada etapa por venir nos reserva muchas alegrías. No exenta, claro está, de problemas. Pero qué bonito cuando ya te llaman mamá, o te dicen 'te quiero', o te traen una flor del parque, o te hacen una manualidad el día de la madre, cuando te cuenten sus primeros amores, cuando te dedican sus mejores logros,cuando podemos ayudarles a superar algún obstáculo, cuando les veamos convertirse en jóvenes y adultos felices...
Cuando pienso en todo eso, me entran ganas de llorar. Por primera vez en mi vida siento vértigo ante la posibilidad de no vivir lo suficiente para ver todo eso. Cuando uno tiene un hijo, ya no sólo teme perder la propia vida por uno mismo... sino por el miedo y la tristeza de no poder acompañarles más tiempo.
Desde luego... que nos queden muchas vacaciones!! :)
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